Una investigación reciente dirigida por Asmir Gracanin, psicólogo de la Universidad de Rijeka (Croacia), intentaba resolver una incongruencia que se había observado en estudios anteriores: la mayoría de experimentos encontraban que el llanto era beneficioso para el estado de ánimo cuando se producía en condiciones naturales; sin embargo, muchos estudios realizados en laboratorios sugerían que podía tener un efecto negativo. Las investigación de Gracanin obtuvo, efectivamente, esos mismos resultados.
Llorar sirve para que los demás se apiaden de nuestro dolor, objetivo que no vemos en laboratorio. En la vida diaria sucede lo mismo: si percibimos que nuestros lamentos han servido para «dar ventaja» a la otra persona, si no hemos encontrado la compresión que esperábamos o si lloramos solos, podemos acabar agravando el problema.
Ikram Rodríguez, Claudia Bravo y Elena Carrera.
Periodistas escolares